Quiero amigos en mi vida, no animales de compañía | Frankko

por **Danniel W. Russel** Vie Mayo 27, 2011 12:32 pm

- ¿Qué planes tienes para esta noche?- le preguntó a su compañero de habitación, alguien con quien no era muy afín pero con el cual había congeniado sorprendentemente bien. Esa es la gracia de la humanidad, todo el mundo tiene algo que aportar al otro y, como bien dicen, los polos opuestos se atraen. Por supuesto que no le atraía Frankko en el sentido que todos conocemos, en absoluto, pero desde el principio había quedado patente que a la hora de ir de fiesta, por ejemplo, cuando ambos iban juntos lo pasaban de escándalo, causando siepmre furor. Además, aunque aquel no lo supiese - ni lo sabrá nunca -, Danny admiraba su facilidad para pasar de una mujer a otra, sin importarle lo más mínimo qué pase por sus cabezas, haciendo que el ojiazul se lo pasase la mar de bien visualizando el número de ligues que podía conseguir su compañero en una noche. Si sólo él fuese un poco más egoísta en ese ámbito, tal vez le quitaría algún que otro quebradero de cabeza.

Era un jueves noche, las nueve y media, y las aulas de la universidad estaban más que cerradas por aquel entonces. Los universitarios iban a su aire por Shoreline Town. Unos en el bar, otros en la biblioteca, unos cuantos durmiendo temprano, y un largo etcétera. A Danniel, sin embargo, no le gustaba ir a los lugares convencionales y, cuando su amigo le dijo que tenía vía libre para hacer planes pues él no estaba ocupado, la mente del socialité sólo pensaba en un destino. Ahí se encontraba, frente a un edificio que hacía esquina y tomaba la manzana entera, de fachada marmórea presidida por un cartel luminoso que leía 'CASINO'. En efecto, aquello tenía en mente para entretenerse aquella velada, como otras tantas.

No había ido jamás a un casino hasta su llegada a la Universidad Alpha, nunca había presenciado el ambiente que allí se cuece, las semi-desnudas camareras, la música, el alcohol, las máquinas tragaperras, el black-jack y un largo etcétera de distracciones más. Sí, era un mundo que podía meterte en más de un lío pero desde que entrase por primera vez, y lo pasase mejor que un gato con su ovillo de lana, que no había dejado de atender. Además ¿quién te denunciará si haces trampas cuando eres el dueño del Casino? Así es, su abuelo compró el lugar décadas atrás, pasando a las manos de su padre y, al fallecer, ahora era de perteneciendo al joven Russel.

A Danny le había llegado su primer negocio sin quererlo ni beberlo con el fallecimiento de su padre. Ya antes de que llegase su turno de tomar las riendas quedó fascinado por su funcionamiento, la cantidad de gente que asistía, la diversidad de actividades que ofrecía. Pero, al tomarlo él, sentía que él podía llegar a más y reinventó el Casino convencional para convertirlo en un nuevo tipo de centro. No sólo contenía lo típico que ahí puedes encontrar, pero también había abierto en la parte trasera una discoteca llamada 'The Back Door', muy frecuentada por los universitarios, además de acompañar el edificio con un pequeño hotel formado por un reducido número de habitaciones para aquellos que quisiesen alargar la noche. El Casino Russel cada vez era más conocido por doquier, conteniendo en sus paredes más de lo que cualquiera podría esperar de un Casino.

Aquella iba a ser una noche divertida seguro, como cada vez que allí acudía. De modo que ahí estaba, pitillo en mano, en las escalinatas que precedían al lugar, esperando a que el Señor Romanóv hiciese acto de presencia para armarla un poco.